"Stubb era el segundo oficial, y dotado de un inalterable buen humor, patroneaba su ballenera con mano firme y segura. Cuando llegaba el momento culminante de la lucha con el cetáceo, manejaba el arpón de una manera inexorable y fría. Una pipa corta pendía siempre de sus labios, y era más fácil imaginárselo saltar de la litera sin su nariz que sin su pipa. Sobre una repisa tenía una larga serie de ellas, bien cargadas y al alcance de la mano, y al vestirse, en lugar de meterse los pantalones se ponía la pipa entre los dientes". Pasaje de Mobi Dick - HermanMelville
"Eran las diez de la noche cuando salí. La mayoría de las tiendas estaban cerradas, y el pueblo estaba triste. Cuando llegué ante la casa de Omer y Joram las ventanas estaban cerradas, pero la puerta de la tienda estaba abierta todavía. Como veía a lo lejos a míster Omer, que fumaba su pipa cerca de la puerta de la trastienda, entré y pregunté cómo estaba".
Pasaje de David Copperfield - Charles Dickens
"Después de una gustosa comida de huevos y pescado Tom declaró su intención de aprender a fumar allí mismo. A Joe le sedujo la idea y añadió que a él también le gustaría probar. Así, pues, Huck fabricó las pipas y las cargó. Los dos novicios no habían fumado nunca más que cigarros hechos de hojas secas, los cuales, además de quemar la lengua, eran tenidos por cosa poco varonil".
"Sentado en medio de sus mercancías, junto a un brasero de ladrillos viejos, un bribón de cabellos blanqueados por sus setenta años, defendido del viento exterior con una cortina fétida compuesta de pedazos de trapo de todos colores y clases colgados de un bramante, fumaba su pipa saboreando la voluptuosidad de su apacible retiro. Scrooge y el fantasma llegaron ante aquel hombre en el momento en que una mujer cargada con un enorme envoltorio se deslizaba en la tienda. Apenas había entrado, cuando otra mujer, cargada de igual modo, entró a continuación; seguida de cerca por un hombre vestido de negro desvaído, cuya sorpresa no fue menor a la vista de las dos mujeres que la que ellas experimentaron al reconocerse una a otra. Después de un momento de muda estupefacción, de la que había participado el hombre de la pipa, soltaron los tres una carcajada".
Pasaje de Aventuras de Canción de Navidad - Charles Dickens
"Las opiniones de esta junta de notables estaban bajo la influencia de Nicolás Vedder, patriarca de la villa y dueño de la taberna, a cuya puerta estaba siempre sentado, desde la mañana hasta la noche, moviéndose sólo lo estrictamente necesario para evitar el sol y quedar siempre bajo la protectora sombra de un árbol, con lo que los vecinos deducían la hora por su posición con tanta certidumbre como si fuera un reloj de sol. Es cierto que muy raras veces hablaba, pero en cambio fumaba continuamente su pipa. Sus discípulos (pues todo gran hombre los tiene), sin embargo, le entendían perfectamente y sabían comprender sus opiniones. Cuando se leía o se contaba algo que no era de su agrado, fumaba nerviosamente su pipa, echando frecuentes bocanadas de humo con gesto de enojo; pero cuando le gustaba, inhalaba lentamente el humo y lo lanzaba formando nubes ligeras y plácidas. A veces llegaba a sacarse la pipa de la boca, dejando que el oloroso humo girara en volutas alrededor de su nariz, inclinando la cabeza en señal de perfecto asentimiento".
Pasaje de Rip Van Winkle - Washington Irving
"Al anochecer de una tarde oscura y tormentosa en el otoño de 18..., me hallaba en París, gozando de la doble voluptuosidad de la meditación y de una pipa de espuma de mar, en compañía de mi amigo C. Auguste Dupin, en un pequeño cuarto detrás de su biblioteca, au troisième, No. 33, de la rue Dunot, en el faubourg St. Germain".
Pasaje de La carta robada - Edgar Allan Poe
"Era casi la hora de preparar el almuerzo. Dinah, que requería largos intervalos de reflexión y descanso y procuraba sentirse a sus anchas en todo momento, estaba sentada en el suelo de la cocina fumando una pipa corta y gorda a la que era muy aficionada y que siempre encendía, a modo de incensario, cuando sentía la necesidad de inspiración en sus quehaceres. Era su forma de invocar las musas domésticas".
Pasaje de La cabaña del Tío Tom - Harriet Beecher Stowe








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