La PIPA DE ESPUMA DE MAR
En el año 1723, luego de las pipas de arcilla de Gouda y de las alemanas de porcelana, se comienza a utilizar como material la Espuma de mar y junto a ella, surge una de las industrias más notorias en la fabricación de pipas, hasta la llegada de la raíz de Brezo.
La Espuma de mar es un mineral blando, apodado “La diosa blanca”, que se extrae en Turquía. Su nombre científico es “Sepiolita” y es un silicato natural hidratado de magnesio, que debe su origen a la sedimentación calcárea de fósiles marinos.
Su yacimiento más importante se encuentra en Anatolia Superior, Turquía, sobre una meseta situada a unos 400 kilómetros de Estambul. Allí la explotación se realiza en canteras a cielo abierto, aunque a veces es necesario descender a unos treinta metros de profundidad para evitar su enrarecimiento.
Si bien los rusos y los húngaros se destacaron en este metier, fueron los artesanos vieneses quienes concentraron toda la manufactura de este tipo de pipas, hacia mediados del siglo XIX, logrando piezas de incalculable valor artístico, que hoy se exhiben en los museos de todo el mundo.
Sobre el origen de su nombre existen muchas teorías, aunque la más firme cita una anécdota en la cual algunos marinos habrían encontrado trozos flotando sobre aguas del Mar Negro, confundiéndolos con la legítima espuma del océano.
Este mineral que reducido a polvo era empleado como dentífrico, es el material más preciado por los fumadores de pipa, debido a las cualidades comparativas que posee con la raíz: mayor ligereza, mejor capacidad de absorción de los jugos de la combustión y sabor exquisito. Estas virtudes junto a su longevidad, que puede extenderse a dos o tres generaciones, permiten disfrutar como ningún otro material las propiedades de un buen tabaco.
Hoy, la pipa de Espuma de mar turca se sigue elaborando totalmente a mano, partiendo de un bloque de espuma natural, siendo los estuches de cuero en los cuales reposa cada pieza, otra artesanía dentro de la fábrica. Cada estuche se elabora especialmente para cada pipa, respetando las formas que logran la cazoleta y la boquilla, esta última de metacrilato, material que ha suplantado al ámbar de las boquillas originales.
Uno de los aspectos más seductores en una pipa de espuma es la transformación maravillosa que ocurre cuando se funde dentro del hornillo el alquitrán del tabaco. Esta metamorfosis denominada “aculotado” matiza progresivamente la pipa logrando que el blanco marfil original se degrade progresivamente del color miel al marrón anaranjado.
Entre los museos que cuentan con colecciones importantes de pipas de Espuma de mar pueden mencionarse El Museo austriaco del tabaco, en Viena; el Museo y galería Seita de Francia y el Museo del arte y la historia del tabaco, en Nashville, EEUU. En nuestra ciudad puede visitarse el Museo Mitre, donde se exhibe un magnífico ejemplar.
En el año 1723, luego de las pipas de arcilla de Gouda y de las alemanas de porcelana, se comienza a utilizar como material la Espuma de mar y junto a ella, surge una de las industrias más notorias en la fabricación de pipas, hasta la llegada de la raíz de Brezo.
La Espuma de mar es un mineral blando, apodado “La diosa blanca”, que se extrae en Turquía. Su nombre científico es “Sepiolita” y es un silicato natural hidratado de magnesio, que debe su origen a la sedimentación calcárea de fósiles marinos.
Su yacimiento más importante se encuentra en Anatolia Superior, Turquía, sobre una meseta situada a unos 400 kilómetros de Estambul. Allí la explotación se realiza en canteras a cielo abierto, aunque a veces es necesario descender a unos treinta metros de profundidad para evitar su enrarecimiento.
Si bien los rusos y los húngaros se destacaron en este metier, fueron los artesanos vieneses quienes concentraron toda la manufactura de este tipo de pipas, hacia mediados del siglo XIX, logrando piezas de incalculable valor artístico, que hoy se exhiben en los museos de todo el mundo.
Sobre el origen de su nombre existen muchas teorías, aunque la más firme cita una anécdota en la cual algunos marinos habrían encontrado trozos flotando sobre aguas del Mar Negro, confundiéndolos con la legítima espuma del océano.
Este mineral que reducido a polvo era empleado como dentífrico, es el material más preciado por los fumadores de pipa, debido a las cualidades comparativas que posee con la raíz: mayor ligereza, mejor capacidad de absorción de los jugos de la combustión y sabor exquisito. Estas virtudes junto a su longevidad, que puede extenderse a dos o tres generaciones, permiten disfrutar como ningún otro material las propiedades de un buen tabaco.
Hoy, la pipa de Espuma de mar turca se sigue elaborando totalmente a mano, partiendo de un bloque de espuma natural, siendo los estuches de cuero en los cuales reposa cada pieza, otra artesanía dentro de la fábrica. Cada estuche se elabora especialmente para cada pipa, respetando las formas que logran la cazoleta y la boquilla, esta última de metacrilato, material que ha suplantado al ámbar de las boquillas originales.
Uno de los aspectos más seductores en una pipa de espuma es la transformación maravillosa que ocurre cuando se funde dentro del hornillo el alquitrán del tabaco. Esta metamorfosis denominada “aculotado” matiza progresivamente la pipa logrando que el blanco marfil original se degrade progresivamente del color miel al marrón anaranjado.
Entre los museos que cuentan con colecciones importantes de pipas de Espuma de mar pueden mencionarse El Museo austriaco del tabaco, en Viena; el Museo y galería Seita de Francia y el Museo del arte y la historia del tabaco, en Nashville, EEUU. En nuestra ciudad puede visitarse el Museo Mitre, donde se exhibe un magnífico ejemplar.
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