miércoles, 2 de enero de 2008


Acerca del buen fumar


Que podría ser más espléndido que, cómodamente arrellanarse y vagar lejos soñando y disfrutando de una fragante pipa. Mientras mil aventuras pasan rápidamente, una satisfacción interna ilumina siempre su rostro; ¡No hay lugar para tensión alguna! Pues mientras sueña tan embelesado con tierras y gentes a través del mar, las preocupaciones no le agobiaran. ¡Cuándo fuma su pipa flota en las nubes!

Un fumador de pipa es un fumador feliz y lo ha sido durante muchos siglos. Al fumar da rienda suelta a sus pensamientos reservándoselos al mismo tiempo para sí. Una pipa se disfruta en silencio. La ceremonia que rodea el encendido, las pequeñas caladas, pero no demasiado deprisa. Luego viene el aroma del tabaco, ese tabaco favorito. Por último las pipas propias. La pipa exclusiva y la pipa diaria. Todas estas cosas elevan el fumar en pipa al nivel de un arte, proporcionando el máximo placer a los que conocen sus secretos.

Los Inicios.


Cuentan que fumar en pipa es un placer que se permiten los humanos desde tiempos remotos, y se agrega, que esta práctica empezó mucho antes de idearse la escritura, la literatura de perfil mediático y naturalmente las computadoras, en una época en que el hombre vivía de manera mucho más apacible. Tampoco se conocía en demasía el tabaco, aunque la excepción fuese América, donde vivían quienes se entretenían pitando a todo fuelle.
En ese entonces a nadie se le ocurría poner punto final a la polución, tan nociva para la atmósfera, ni a los italianos pipantes, sentados en la puerta de sus casas en cualquier barrio porteño. Tal vez unos siglos antes Europa supo de fumatas sacerdotales que adormecían los ánimos hasta el delirio, pero eso es harina de otro costal ya que aquí no se hacía gala del placer, sino que se mezclaba a veces lo mágico con lo religioso.



Origen América.



El tabaco llegaría a las viejas tierras bastante después de ser descubierta América, para que los cortesanos piparan con fruición, contagiando luego de muchas vicisitudes y prohibiciones, al pueblo en general. Se ha dicho muchas veces que el tabaco fumado en pipa se convirtió en Europa en una verdadera necesidad: ya que calmaba en el peor de los casos hasta el hambre, obteniéndose por añadidura el estímulo para seguir trabajando largas jornadas. De manera que pobres y ricos se entregaron a la agradable sensación de quemar las hojas de tan exótica planta por cuenta propia y en porciones relativamente pequeñas, en detrimento tal vez de las aficiones alcohólicas que por entonces hacían estragos en todo el espacio europeo y aun más allá. De manera que hubo un corto trecho a recorrer para que los fumadores en pipa más conspicuos, adquiriesen fama de sesudos, enigmáticos y hasta diabólicos.

Las Mezclas.

Las primeras partidas de tabaco Virginia, Burley o Kentucky habrían arribado a Europa en añosos toneles que otrora sirvieran para contener ron – una bebida muy popular durante el siglo XVII. Por lo que las hojas así almacenadas adquirirían entonces un bouquet peculiar. Más tarde, los ingleses, acostumbrados a sus propios gustos, obtendrían exclusivas mezclas acompañadas de algunos tipos de tabaco cultivados por los griegos, los turcos, macedonios, rusos, egipcios, y sirios, y la cuenca del Mediterráneo Oriental. Los más importantes tabacos orientales: Xanthi, Shizna, Smyrna, Latakia, Djubec, Cavalla y Samsum.


Pero los holandeses no se quedaron atrás. Lo mismo ocurriría con los fumadores dinamarqueses. Al final cada pueblo del Viejo Continente, conseguiría su propia mixturación con aroma también previsible. Puede decirse que había tantas mezclas como nacionalidades, y las más de las veces, tantas como regiones. No faltaron sin embargo los que se preparaban las suyas propias, obteniéndose entonces y casi sin saberlo un toque personal. Y los había que preparaban las hojas con licores dándoles un gusto aromático y fragante.

El Picado.

Aparecieron por añadidura las distintas formas de presentación de acuerdo al picado. Por ejemplo, la hebra holandesa, en Navy Cut en forma de láminas prensadas y superpuestas, el granulado americano, el Twist o Cavendish – procedimiento que implica una doble fermentación de la hoja – o el Caferolati francés. Estas fueron desde un comienzo las formas usuales de comercializar el tabaco, aunque existan otras que no van a ser citadas aquí por una cuestión de espacio. Y fundamentalmente porque usted lector de probada avidez en torno de las pipas, se viene a preguntar a que viene esta descripción del tabaco y sus cortes fundamentales. Pero ocurre que el buen fumador de pipa no puede ignorar el ABC del tabaco y sus cortes. Pues nadie que se precie de saber fumar pipa, puede soslayar decididamente la calidad de las buenas hojas doradas como el sol o negras como la noche en todas sus variedades, que juntamente con la pipa forman un matrimonio a prueba de embates. Es bueno tener en cuenta que, pipas prometedoras han sido malogradas y más tarde abandonadas por quienes en el noviciado usaron mezclas inadecuadas. O bien una excelente mezcla de tabacos no puede ser disfrutada si el fumador no dispone en el momento adecuado de un buen cachimbo.

Sensibilidad y placer.

Ser un discreto pipafumador, no requiere tener handicap 5 en golf o grado significativo en la escala sibarítica, aunque si ser bastante sensible a las cosas buenas de la vida. De allí en más, el camino por recorrer estará envuelto en embriagantes volutas, que cuando son azulinas, suelen marcar el nivel de lo bueno que se está fumando.


En cuanto a marcas de pipa de primera línea podría hablarse bastante. Sin embargo se omitirá en este terreno dar detalles u opiniones por una cuestión de buen gusto. Además podría pensarse que los modelos más caros son los mejores y en ese terreno también sobran las excepciones. Todo depende del estacionamiento de las raíces empleadas y en este proceso, conviene que los fabricantes se detengan pacientemente a pensar en cuarenta o cincuenta años de espera: aunque algunos puristas dicen que mucho más. De manera que el mejor sabor proveniente de la pipa tiene que ver con la mezcla del tabaco para fumar, pero también con la antigüedad de la raíz que en manos del artesano adquirirá vida en forma mágica.(Recopilado de diversos textos y experiencias propias por Familia Xanthopoulos)

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